Juan Huss
LAS VERDADES RECOBRADAS
DURANTE EL SIGLO TRECE HASTA EL SIXGLO DIEDIOCHO
DURANTE EL SIGLO TRECE HASTA EL SIXGLO DIEDIOCHO
Desde
el siglo Trece en adelante, Dios ha estado recobrando diferentes
verdades. La era de la Reforma, que transcurrió durante el siglo
dieciséis, fue una época de cambios monumentales en el campo religioso.
Esto no quiere decir que antes de ese siglo no se hubiese recobrado
nada, pues sí se recobraron algunas verdades; sin embargo, desde el
siglo dieciséis en adelante hubo cambios notables. Podemos clasificar la
historia a partir de la era de la Reforma en cuatro períodos: el
primero, la era de la Reforma; el segundo, el período después de la
Reforma, del siglo dieciséis al dieciocho; el tercero, el siglo
diecinueve; y el cuarto, el siglo veinte.
Primeramente, examinemos la Reforma que Lutero
suscitó. Cuando él fue levantado por Dios, vio la luz y propuso que el
hombre se volviera a la verdad que está en la epístola a los Romanos.
Actualmente, muchos consideran la obra de Lutero como un movimiento
político; sin embargo, cuando leí sus escritos y su diario, me enteré de
que sus motivos y metas eran correctos. En particular, lo más
sobresaliente fue que él recobró la verdad de la justificación por la
fe. Por supuesto, Dios no recobró todas las verdades por medio de él,
pues aunque Lutero recobró la verdad de la justificación por la fe, no
hizo cambios completos con respecto a la iglesia. Por ejemplo, él
todavía aprobaba la iglesia estatal y estaba de acuerdo con que ésta
fuera parte del estado. Puesto que él no recibió luz en cuanto a estos
aspectos de la iglesia, al poco tiempo la denominación Luterana llegó a
ser la religión estatal de Alemania. El propio Lutero dijo que la
iglesia no debía ser controlada por el estado; no obstante, creía que
los asuntos administrativos no pertenecían al Lugar Santo porque eran
temporales y pertenecían al atrio. Por tanto, no resolvió esta cuestión
de manera cabal. Dios permitió que la administración de la iglesia
quedara sin resolverse durante el tiempo de Lutero, y aunque este asunto
no fue recobrado, la verdad de la justificación por la fe sí lo fue.
Dios desenterró esta verdad de entre las tradiciones, las opiniones y
los credos, e hizo que fuese difundida y predicada una vez más.
Cualquier persona que hubiera nacido en esa era, debía predicar esta
verdad y exhortar a otros a seguirla; de lo contrario, no sería contado
como fiel obrero de Dios en esa era.
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