Después de Hopkins, Dios levantó a otra hermana, la señora Jessie Penn-Lewis. En
las primeras etapas de su vida, ella fue muy débil físicamente y estuvo
postrada en cama por largo tiempo. Durante esa enfermedad, leía los
escritos de la señora Guyón
y los hizo sus fieles compañeros; sin embargo, no creía que era posible
practicar esa abnegación, esa fe y ese amor incondicionales, como se
describe en aquellos escritos. Un día, mientras discutía con Dios, ella
desesperadamente le rogó al Señor que la introdujera en esas verdades.
El Señor escuchó su oración, y desde entonces la usó para que predicara
el mensaje de la cruz.
lunes, 30 de junio de 2014
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