Antes de ser salvo Juan Wesley se
esforzaba por ser bueno, y aunque no era salvo, se fue a los Estados
Unidos como misionero. El testificaba que, pese a haber escuchado la
verdad de la justificación por la fe, nunca pudo comprenderla. Más tarde un hermano moravo lo ayudó diciéndole:
“Sólo predica la justificación por la fe hasta que tú mismo estés
seguro de que has sido justificado por la fe”. Al poco tiempo fue salvo.
Después de recibir la salvación, los dos hermanos inmediatamente
empezaron a predicar este mensaje por todas partes. En aquel entonces no
se permitía predicar el evangelio al aire libre; sólo se podía predicar
dentro del santuario porque se pensaba que la Palabra santa debía
proclamarse solamente en un lugar santo.
lunes, 30 de junio de 2014
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