Entre los emigrantes llegó un negro de las Antillas llamado Antonio. Después de
haber encontrado a los hermanos, les presentó la situación de las
Antillas, y algunos de los hermanos sintieron la necesidad de ir allá a
predicar el evangelio. Echaron suertes y escogieron a varios obreros
para que fueran con Antonio en una misión evangelística; ellos
constituyeron la primera labor misionera en el extranjero, alrededor de 1732. De
ahí en adelante, salieron muchos misioneros de entre ellos, y la
Iglesia Morava llegó a ser el cuerpo más sólido de misioneros en ese
entonces. Sus miembros se esparcieron a todos los rincones del mundo.
Al mismo tiempo, el Señor había levantado un grupo de personas espirituales dentro de la Iglesia Católica. El más destacado entre ellos fue Miguel de Molinos (1640-1697). El escribió un libro llamado La guía espiritual, en el que enseña que uno debe negarse a sí mismo y morir con el Señor; este libro influyó en muchos durante esa época. Uno de sus contemporáneos fue la señora Guyón (1648-1717), quien
conoció aún más profundamente las experiencias de negar el yo y unirse a
la voluntad del Señor; su autobiografía tiene un gran contenido
espiritual.
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