Juan Wyclif
Comenzó a predicar en un espíritu reformador.
Su primera expresión de hostilidad contra las prácticas del romanismo
fue su declaración contra los monjes mendicantes que andaban por todo el
país, sacando dinero de la gente por extorsión y predicando contra la
educación y el progreso en cualquier forma. Comenzó a predicar en Oxford
y en Londres contra la soberanía del papa en asuntos seculares, y al
mismo tiempo comenzó a publicar sus ideas por medio de panfletos y
tratados. La crítica de Wyclif contra la iglesia de Roma fue tan severa
que en 1377 fue citado ante el tribunal del obispo de Londres. El papa
se alarmó tanto que publicó un documento condenando muchos de los
escritos de Wyclif. Este, sin embargo, tenía un fuerte apoyo de parte
del pueblo, los eruditos, y los nobles de Inglaterra, de manera que el
papa no pudo sofocar el creciente descontento contra el control papal y
los crecientes sentimientos reformistas en Inglaterra.
La actitud de Wyclif se hizo cada vez más atrevida y desafiante.
Defendía los derechos del pueblo inglés contra las intervenciones
extranjeras, criticaba abiertamente la estructura teológica que la
iglesia medioeval había desarrollado, y, sobretodo, los muchos abusos
que se multiplicaban dentro de la iglesia. Su crítica se dejaba escuchar
tanto en su predicación como en sus escritos. Wyclif no creía que la
iglesia estaba compuesta de oficiales eclesiásticos y sistemas
sacramentales. Creía que la iglesia era el cuerpo de creyentes, cuya
cabeza era Cristo, no el papa. Wyclif fue quizá el primer predicador en
Inglaterra que proclamó un evangelio puro, reconociendo la Biblia como
la única fuente de verdad. Rechazó la doctrina de la infalibilidad,
tanto del papa como de los concilios, afirmando que los decretos papales
tenían autoridad sólo si estaban en armonía con las Escrituras. La
función del clero no era gobernar sino servir al pueblo. Wyclif rechazó
la doctrina de la transubstanciación, diciendo que era la herejía más
grande de la iglesia. Rechazó también otras doctrinas fundamentales de
la iglesia, entre ellas la del purgatorio.
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